lunes, 13 de agosto de 2007

MANIFIESTO BUENOS AIRES EN EMERGENCIA PATRIMONIAL

BUENOS AIRES EN EMERGENCIA PATRIMONIAL

Los ciudadanos de Buenos Aires asistimos azorados a un proceso de destrucción del patrimonio arquitectónico de la ciudad, viendo cómo se demuelen día a día invalorables testimonios de la arquitectura que conforman la identidad que caracteriza a los distintos barrios.
Nos encontramos ante un auge de la construcción casi sin precedentes, que en el marco normativo actual, demuele construcciones de alto valor histórico y artístico para edificar encima en su lugar. Esta situación crítica se refleja tanto en la preocupación de los vecinos, como en los resultados de estudios de expertos en patrimonio, incluyendo voces de arquitectos extranjeros, que denuncian que las normas vigentes y los recursos del Estado para preservar el patrimonio arquitectónico y planificar un desarrollo sustentable de la ciudad se han tornado ineficaces e insuficientes en la situación actual.

De continuar esta tendencia de destrucción, se sufrirán efectos irremediables que alterarán negativamente la fisonomía de la ciudad, perjudicándose la sociedad en su conjunto, y la calidad de vida de los vecinos y de las generaciones futuras, que tienen el derecho constitucional de gozar del patrimonio arquitectónico y cultural heredado. Asimismo, se perderá un riquísimo potencial turístico nacional e internacional.

Es por ello -y porque estamos frente al cambio de administración de gobierno- solicitamos se declare de manera inmediata la emergencia patrimonial por el término de un (1) año, prohibiendo la demolición de toda construcción cuyo valor histórico, arquitectónico o artístico ameriten su preservación, estableciendo claramente las sanciones que podrían caberles a quienes infrinjan la normativa que determine dicha emergencia y determinando el organismo responsable de su ejecución y control.

Solicitamos igualmente, que la Legislatura y el Poder Ejecutivo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se comprometan para que, durante el lapso fijado para la vigencia de la “Emergencia Patrimonial”, se promuevan instancias de debate y se encuentre una solución consensuada que otorgue un marco legal efectivo para preservar zonas completas de la ciudad en el marco de una planificación y gestión sostenible,


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FUNDAMENTOS
Buenos Aires posee un rico y variado patrimonio arquitectónico. A pesar de las sistemáticas alteraciones, destrucciones y demoliciones autorizadas e ilegales, todavía es posible reconocer buena parte de la historia de sus barrios y su gente en los edificios, y en aquellos fragmentos de paisaje histórico que han logrado sobrevivir a la desidia y a la piqueta.
Del centro a los barrios y desde afuera hacia adentro el patrimonio arquitectónico de Buenos Aires presenta una variedad, calidad y cantidad de edificios de distintas épocas y tendencias que merecen ser reconocidos como hitos o conjuntos a ser preservados.

En Buenos Aires hay de todo: testimonios coloniales, retazos de la Gran Aldea, recuerdos del eufórico progreso aluvional, sectores de París pero en América, piezas de una modernidad periférica, gemas presuntuosas de la Reina del Plata, arrebatos de la capital de un imperio imaginario. Este panorama de la ciudad constituye un intento de capturar los estilos predominantes y algunas obras cumbres. Carente de un tejido histórico compacto y homogéneo, se trata -sin embargo- de una urbe rica en episodios arquitectónicos y paisajísticos de gran valor patrimonial, componentes esenciales de su carácter y bases fundamentales de su identidad.

Los cuatro siglos y medio transcurridos han forjado un apreciable conjunto de valores arquitectónicos y urbanos tangibles que forman parte de la identidad de la ciudad y que es necesario preservar este patrimonio tan valioso se está extinguiendo ya que los trabajos realizados por la administración local han sido hasta ahora parciales y poco efectivos, y no han logrado revertir el proceso de destrucción del patrimonio arquitectónico y urbano.


Ante la situación crítica del patrimonio en la que nos encontramos, resulta paradójica la iniciativa del Gobierno de presentar un sector de Buenos Aires a la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, mientras el mismo Gobierno permite la actual destrucción desenfrenada del “paisaje cultural” por el que públicamente manifiesta su preocupación.


También resulta contradictorio que los mismos administradores presentan al turismo como uno de los recursos económicos más importantes para Buenos Aires. Turismo que, como lo han revelado las encuestas, se siente atraído fundamentalmente por la arquitectura y el paisaje urbano de la ciudad, un paisaje que, como se dijo anteriormente, es único en el contexto de la región. Y al demoler estamos destruyendo el recurso que atrae a los visitantes.


Este marco de destrucción se da en medio de los preparativos para festejar el Bicentenario de la Revolución de Mayo.


Tenemos hoy la oportunidad de conservar los testimonios valiosos para transmitirlo a las generaciones futuras, permitiendo que ellos lo usen y los disfruten tanto como nosotros hemos podido hacerlo. Es imprescindible que nuestra sociedad encuentre el modo de construir una ciudad sostenible y sin demoler los testimonios valiosos de su pasado. En patrimonio, lo que se demuele es para siempre.

Hoy, en el mundo, no hay dudas respecto a la necesidad de conservar los rasgos del pasado y del rol que tiene la arquitectura en la transmisión de la historia y en la conformación de la identidad de una ciudad. Las ciudades más importantes del mundo y muchas otras de menor escala, están protegidas, como también lo están muchos poblados históricos. Los valores sociales, culturales, históricos, artísticos, económicos y simbólicos de esos bienes ya no está en discusión. Esos valores están siendo reconocidos por muchos vecinos de la ciudad.


La ciudad de Buenos Aires, que se perfila como un polo cultural en Sudamérica, debe contar con una normativa ejemplar en la región, que promueva la preservación de las áreas que conforman su identidad arquitectónica, y le permita proyectarse hacia el futuro como una urbe que valora y respeta su historia y su cultura.

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