viernes, 24 de agosto de 2007

Movilización para llorar la demolición de un edificio histórico


EL PATRIMONIO ARQUITECTONICO DE LOS PORTEÑOS


Movilización para llorar la demolición de un edificio histórico


Por Fernando Belvedere



El "velorio" al inmueble de Callao 941 fue organizado por la agrupación "Basta de Demoler" del barrio de Recoleta, como medida de protesta a la piqueta indiscriminada."Esto es una parodia de un velatorio, pero la tristeza por la pérdida de un poco de nuestra historia es real", dijo en el acto, Santiago Pusso, uno de los líderes del grupo de vecinos de Recoleta "Basta de Demoler".


La demolición de Callao había sido interrumpida momentáneamente por un recurso de amparo, pero luego siguió su curso. Del acto participaron también asociaciones de otros barrios como S.O.S Caballito, vecinos de Villa Pueyrredón, integrantes de la Junta de Estudios Históricos de Villa Crespo, y nuestro Portal de Parque Chas. Como "Basta de Demoler", todos denunciaron que "las numerosas demoliciones que se registran en distintas zonas de la Capital Federal están haciendo desaparecer la identidad y el patrimonio arquitectónico de la Ciudad".


En la protesta estuvieron presentes entre otros, la Doctora Sonia Berjman (Historiadora de las Artes), el arquitecto Fabio Grementieri y la diputada del ARI Teresa de Anchorena, presidenta de la Comisión de Patrimonio Arquitectónico de la Legislatura porteña."Necesitmos que se tome la acción de pedir un "Habeas Corpus por Buenos Aires", ¡para que Buenos Aires viva y no muera!", enfatizó en su discurso Sonia Berjman.Grementieri pidió que tanto las autoridades electas para adminsitrar la Ciudad, como los nuevos legisladores que ingresaran a partir de diciembre próximo, asuman la decisión política de hacer un relevamiento de las propiedades que tengan una antigüedad mayor a los 50 años para impedir que sean demolidas y para que en el término de un año se pueda catalogar aquellas que posean un interés patrimonial.




En declaraciones a ParqueChasWeb, el arquitecto Daniel Schavelzon, Director del Centro Arqueológico Urbano, expresó que "si no se toma la decisión política de frenar las demoliciones, a este ritmo, la memoria la vamos a guardar de otras formas, no a través de los inmuebles, no a través de nuestros edificios históricos".El acto finalizó con la lectura del manifiesto "Emergencia del Patrimonio Arquitectónico de la Ciudad" que lleva la firma de varios sectores sensibles con este tema, para ser presentado ante la Legislatura porteña.En el documento se expresa que:"Buenos Aires posee un rico y variado patrimonio arquitectónico.


A pesar de las sistemáticas alteraciones, destrucciones y demoliciones autorizadas e ilegales, todavía es posible reconocer buena parte de la historia de sus barrios y su gente en los edificios, y en aquellos fragmentos de paisaje histórico que han logrado sobrevivir a la desidia y a la piqueta.Del centro a los barrios y desde afuera hacia adentro el patrimonio arquitectónico de Buenos Aires presenta una variedad, calidad y cantidad de edificios de distintas épocas y tendencias que merecen ser reconocidos como hitos o conjuntos a ser preservados.


En Buenos Aires hay de todo: testimonios coloniales, retazos de la Gran Aldea, recuerdos del eufórico progreso aluvional, sectores de París pero en América, piezas de una modernidad periférica, gemas presuntuosas de la Reina del Plata, arrebatos de la capital de un imperio imaginario. Este panorama de la ciudad constituye un intento de capturar los estilos predominantes y algunas obras cumbres. Carente de un tejido histórico compacto y homogéneo, se trata -sin embargo- de una urbe rica en episodios arquitectónicos y paisajísticos de gran valor patrimonial, componentes esenciales de su carácter y bases fundamentales de su identidad.

Los cuatro siglos y medio transcurridos han forjado un apreciable conjunto de valores arquitectónicos y urbanos tangibles que forman parte de la identidad de la ciudad y que es necesario preservar este patrimonio tan valioso se está extinguiendo ya que los trabajos realizados por la administración local han sido hasta ahora parciales y poco efectivos, y no han logrado revertir el proceso de destrucción del patrimonio arquitectónico y urbano.
Ante la situación crítica del patrimonio en la que nos encontramos, resulta paradójica la iniciativa del Gobierno de presentar un sector de Buenos Aires a la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, mientras el mismo Gobierno permite la actual destrucción desenfrenada del “paisaje cultural” por el que públicamente manifiesta su preocupación.

También resulta contradictorio que los mismos administradores presentan al turismo como uno de los recursos económicos más importantes para Buenos Aires. Turismo que, como lo han revelado las encuestas, se siente atraído fundamentalmente por la arquitectura y el paisaje urbano de la ciudad, un paisaje que, como se dijo anteriormente, es único en el contexto de la región. Y al demoler estamos destruyendo el recurso que atrae a los visitantes.
Este marco de destrucción se da en medio de los preparativos para festejar el Bicentenario de la Revolución de Mayo.

Tenemos hoy la oportunidad de conservar los testimonios valiosos para transmitirlo a las generaciones futuras, permitiendo que ellos lo usen y los disfruten tanto como nosotros hemos podido hacerlo. Es imprescindible que nuestra sociedad encuentre el modo de construir una ciudad sostenible y sin demoler los testimonios valiosos de su pasado. En patrimonio, lo que se demuele es para siempre.

Hoy, en el mundo, no hay dudas respecto a la necesidad de conservar los rasgos del pasado y del rol que tiene la arquitectura en la transmisión de la historia y en la conformación de la identidad de una ciudad. Las ciudades más importantes del mundo y muchas otras de menor escala, están protegidas, como también lo están muchos poblados históricos. Los valores sociales, culturales, históricos, artísticos, económicos y simbólicos de esos bienes ya no está en discusión. Esos valores están siendo reconocidos por muchos vecinos de la ciudad.

La ciudad de Buenos Aires, que se perfila como un polo cultural en Sudamérica, debe contar con una normativa ejemplar en la región, que promueva la preservación de las áreas que conforman su identidad arquitectónica, y le permita proyectarse hacia el futuro como una urbe que valora y respeta su historia y su cultura.

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